dijous, 16 de gener del 2014

Sentido de la responsabilidad fraterna


En su reciente discurso ante el Cuerpo Diplomático en el Vaticano, dijo Francisco, entre otras cosas que "suscita horror solo el pensar en los niños que no podrán ver nunca la luz, víctimas del aborto". La afirmación se insiere en un párrafo sobre el descarte de seres humanos como si fueran "cosas no necesarias", seres humanos con los que se mercadea, de los que se dispone. Se trata de un discurso sobre los conflictos armados en el mundo, las hambrunas y la explotación salvaje de los recursos naturales. Señala Francisco los horrores del mundo moderno, como debe hacer todo el que tenga sed de paz y justicia.

La referencia al aborto es lateral, es una más de las caras del mal humano. No es de esperar que la Iglesia católica considere nunca que la interrupción voluntaria del embarazo es un acto bueno. Ni la Iglesia ni nadie considera que es un acto solo bueno (en el supuesto de que existan actos solo buenos, claro está). Destacar que hay algo lamentable en el aborto, que inclinarse por el derecho a decidir de las mujeres tiene una contrapartida dolorosa que solo la mujer puede experimentar y sufrir en primera persona, no está de más. Pero no es necesariamente una razón para oponerse a regular la interrupción voluntaria del embarazo (que no es lo mismo que defender la existencia de un supuesto "derecho al aborto").

Le corresponde al Papa decir esas cosas, avisar de las pendientes resbaladizas (siempre algo retóricas). Y es que ya se sabe que los deslices morales no los tienen solo los individuos, sino que una civilización entera puede patinar ingenua y fatalmente.

Pero hay "tropiezos" peores. Lampedusa, por ejemplo. La indiferencia ante la muerte masiva de los desheredados de la tierra. La receta de Francisco es "sentido de la responsabilidad fraterna". De nuevo el universalismo cristiano que destruye el pequeño mundo de las comunidades nacionales. Porque la fraternidad trasciende las fronteras.

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