dijous, 7 de novembre del 2013

La sociedad civil

Suele menospreciarse a la sociedad civil porque es un término vago y buenista (que es un adjetivo muy en boga últimamente en especial de los que celebran, no se sabe por qué, la debacle del estado del bienestar). Designa las instituciones intermedias entre el pueblo o la masa y el gobierno. La sociedad civil no es lo mismo que la sociedad a secas, sino la sociedad organizada, asociada libremente.

Rousseau la despreciaba porque cuando los ciudadanos se asocian en grupos menores que el pueblo se introducen intereses sectoriales, se divide lo que debería estar unido. Y es que la sociedad civil es una institución liberal, fruto de la interacción no coaccionada de personas unidas por algo que no es solo la pertenencia común a un pueblo.

La democracia, en su versión civilizada, depende tanto de la sociedad civil como del pueblo. La primera establece el orden del día político, lo que hoy se llama la agenda. El segundo debe inclinar las decisiones en uno u otro sentido.

Sin embargo, cuando la sociedad civil se confunde con el pueblo, se da populismo en sentido estricto. Estas diferencias pueden parecer bizantinas, digamos. Sin embargo, de ellas depende que hablemos de manipulación vertical del pueblo o de legítima movilización horizontal.

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